Mi papá es dibujante de tebeos

Las guarderías ya no son lo que eran. Ahora de vez en cuando, nos piden a los padres que hagamos algún mural o alguna cosa para que Claudia haga una exposición en clase. Lo último ha sido un mural hablando de la profesión de sus papás. 

Había que explicar la cosa relacionándola con objetos que utilizamos habitualmente en nuestro trabajo y que luego la niña llevará a su exposición. Sí, pagamos por esto. 

En fin, hace unos días Laura hizo uno de ser profesora y hoy me tocaba entregar a mí.

En la mejor tradición de mi gremio, ayer por la tarde no tenía ni remota idea de lo que iba a hacer. Pensé en solucionarlo con cuatro fotos, pero me dio cierta vergüenza profesional. Al final, la opción de los dibujitos era inevitable. 

Cuando terminé -muchas más horas después de las que estoy dispuesto a admitir- en casa flotaban en el ambiente varias ideas. La primera, que la cosa se me había ido ligeramente de las manos, sobre todo teniendo en cuenta las expectativas de un trabajo de guardería. La segunda, que este mural es lo más cercano a la locura que he dibujado. Y la tercera, que mi cara jamás ha reflejado la expresión del protagonista del mural.

Probablemente todo sea cierto.

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Cambiando de tema (más o menos)...

Gracias a todos los que os pasasteis ayer por la firma de la Feria del Libro. Reconozco que mis expectativas eran de desastre, porque después de tanta presentación y tanta firma por ahí, dudaba que quedara alguien en Madrid que quisiera otro autógrafo mío. Por suerte, al final vino mucha gente y volví a casa con tal inyección de moral y energía que me puse a dibujar un extraño mural infantil. Er, pero eso es otra historia.

Debajo de estas líneas, mi espontáneo ataque de llanto al contemplar como Alberto González Vázquez invadía con total impunidad mi chiringuito para firmar su magnífico Humor Cristiano.